martes, 12 de mayo de 2009

JUGANDO A SER DOCENTE IV.- CONFRONTANDO MODELOS

Después de haberme estado formando durante tres años como investigador del FONAIAP, tuve la oportunidad de hacer una maestría en ciencias orientadas a la agricultura, en una Universidad Norteamericana, denominada West Texas State University.

En parte por la experiencia, en parte por la madurez y en parte por la excelente formación recibida en nuestras universidades venezolanas, se abrió un mundo de oportunidades de aprender al disponer gran cantidad de recursos: Revistas actualizadas, computadoras (para ese entonces 1988 no estaba masificado el uso de las mismas).

De repente me encontré con un modelo de educación en el que: la intensidad del estudio, la profundidad de los conocimientos y la dedicación, dependían exclusivamente de uno mismo.

El primer día me fueron entregadas las llaves del Edificio de Agricultura, de mi oficina, del depósito de materiales y reactivos y las de los laboratorios: suelos, fitopatología; básicamente podría utilizar cualquier equipo que necesitara de cualquier área. Que enorme responsabilidad. La perfecta armonía entre la confianza, la honestidad y la sinceridad.

En una oportunidad fui convocado para una reunión a las 12:25 pm; comí todo lo de prisa que pude y llegué a la reunión a las 12:30 pm y sorpresa, ya la reunión había terminado. Era una reunión justo para asignar tareas y asumir compromisos sobre una actividad. La mía me fue comunicada verbalmente y la asumí, pero seguramente hubo detalles importantes que me perdí. Esos son otros valores que tarde o temprano tendremos que asumir con la responsabilidad de estar construyendo la nueva Venezuela: el compromiso y la puntualidad.

Entonces, en una vida ocupada, más allá de la cotidianidad, se podía disfrutar de algunos placeres, tales como asistir a un concierto de 35 minutos que comenzaba justo a las 6:00 pm, un cartel que decía “Si la puerta está cerrada el concierto comenzó por favor no interrumpa”, ir para el cumpleaños de alguien a que fuiste invitado de 7:00 a 8:00 pm y con la modalidad “Traiga su propia bebida” pasar un rato ameno donde todos llegan a las 7:00 pm, para compartir, cantar, comer y beber, y luego a las 8:00 pm, todos se despiden, para dedicarse a las actividades personales que cada quien tenga planificadas.

Lo que más me sorprendió fue la enorme disposición de los profesores para tratar de enseñar, brindar información o las fuentes referenciales; realmente me conseguí con personas generosas, sencillas, sabias, con mucha capacidad y animosidad de transmitir el conocimiento y con mucha humildad para reconocer lo que no sabían, o sus errores o sus equivocaciones o sus limitaciones.

Con esta confrontación de modelos, porque inevitablemente pensaba en mi país, como alguien verdaderamente enamorado de su patria, constantemente la tenía en mi mente y en mi corazón, palpitaba este con ansiedad con sólo escuchar su nombre, y que orgulloso me sentía de representarla en lo que hacía.

Por la suerte del destino conseguí 12 horas de trabajo semanal en la universidad, en ese momento preparaba y hacía determinaciones bromatológicas a innumerables muestras de forrajes y de sorgos que provenían de ensayos de fertilización. También trabajaba en el invernadero, ordenando y limpiando. Este fue un entrenamiento temprano para abordar mi trabajo de grado en el futuro.

En el verano, tuve la oportunidad de hacer un entrenamiento intensivo en Evaluación de Suelos y Fertilidad, en la Universidad de Auburn, en Alabama. Este entrenamiento estuvo dirigido a estudiantes graduados internacionales. En él participaron personas de África: Etiopía, Somalia, Níger; de Asia: Paquistán, Bangladesh, Malasia e Indonesia; y yo era el único representante de América Latina. El idioma en que nos comunicábamos era el Inglés, y esto permitió que mejorara mis habilidades de comunicación.

En West Texas, compartía y colaboraba con la Oficina de Estudiantes Internacionales, pero convivir diariamente con personas de culturas tan diferentes fue todo un aprendizaje.

Mi compañero de habitación era de Bangladesh. Todos mis compañeros eran Musulmanes, y excepto cuando un profesor Polaco nos acompañó, yo era el único católico. Esto lo menciono porque esa gente era verdaderamente fervorosa en la práctica de su religión, y mi compañero una vez me preguntó que si yo oraba alguna vez, a lo que contesté que sí: "todas las noches antes de acostarme mi mente y mi espíritu se elevan al creador en una plegaria de agradecimiento y entrega" al igual que al levantarme".

Para ellos probablemente era chocante que lo hiciera acostado, al igual que el bañarme dos o tres veces al día en la piscina o en la ducha.

Recorrimos casi todo Alabama, parte de Georgia, Tennessí y Florida; de hecho, hicimos un curso sobre Fósforo en Muscle Shells, recorrimos 17 de las 22 Estaciones Experimentales de la Universidad de Auburn, así como otras del Departamento de Agricultura; también fuimos a las minas de fósforo en Florida y Alabama, y a empresas privadas que estaban relacionadas con fertilizantes, laboratorios de suelos, entre otros.

Ese entrenamiento constituyó el otro componente básico para abordar mi trabajo de grado en el futuro. Para ese entonces mis aspiraciones de trabajar con Macrophomina phaseoli (fumagina del sorgo) como tesis, quedaron disipadas, por la esmerada dedicación que un profesor de la Universidad de Missisipi me había procurado. “Trabajar con fumagina es muy riesgoso para emprender una tesis de grado ya que los resultados no son reproducibles” me dijo; y agregó como para no eliminar el ánimo - “Este es un trabajo de largo plazo”. Después de haber escuchado todos sus razonamientos, hubiera sido una necedad insistir en el tema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario